jueves, 26 de mayo de 2016

La Capitulación de Pichincha
A las doce los soldados de la libertad en la cima del Pichincha a más de 3000 metros de altura dieron el grito de victoria. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año.
El fortín de El Panecillo sirvió de puesto de comando de los españoles, quienes inclusive hicieron fuego de artillería contra los patriotas, que habían ascendido la falda del cercano volcán Pichincha. Al ser derrotados, los españoles se refugiaron en el fortín. Sucre, para evitar el sangriento asalto al emblemático cerro, envió un emisario a Aymerich para que capitulara, cosa que el capitán general español aceptó.
Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822, los españoles, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran Colombia, en una ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín colonial. De esta manera, en la cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del Imperio español en Ecuador.
La fortaleza permitía vigilar el norte y el sur, por lo que estaba provista de cañones. Al caer el fuerte en manos del Ejército libertador de la Gran Colombia, en 1822, se tomaron a los españoles catorce piezas de artillería.
El 18 de junio de ese año, Bolivar le asciende a general de división y lo nombra intendente del departamento de Quito. Ese día, durante la entrada triunfal del Libertador a la Plaza de la Independencia de Quito, una mujer le arroja desde su balcón una corona de laurel al rostro, lo que llama vivamente la atención de Bolívar. Esta mujer fue Manuela Sáenz, quien participó también en las luchas de la independencia y sería nombrada coronela por Bolívar, que se convirtió en su amante y la llamó "La Libertadora del Libertador".
Al frente de los destinos de Ecuador desarrolla una positiva obra de progreso: funda la Corte de Justicia de Cuenca y en Quito el primer periódico republicano de la época: El Monitor. Instala en esa ciudad la Sociedad Económica. De su actividad personal es buena prueba que, el 6 de septiembre de 1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones. Interesado por la educación se puede afirmar que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.
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